
Semana Santa en la Sierra Tarahumara: un ritual de identidad y cosmovisión rarámuri

En la Semana Santa rarámuri, danzas, procesiones y combates rituales recrean la lucha cósmica que, según su cosmovisión, define el equilibrio del mundo.
En la Sierra Tarahumara, la Semana Santa trasciende la celebración religiosa para convertirse en una manifestación viva de la cosmovisión rarámuri. Este periodo sagrado no solo reafirma la relación del pueblo de “los pies ligeros” con Dios, sino que también escenifica la eterna lucha entre el bien y el mal, en una tradición que fusiona creencias ancestrales con elementos del cristianismo.
Un ritual de conexión cósmica
Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Centro Chihuahua, la Semana Santa rarámuri es un tiempo de agradecimiento y ofrenda, donde la comunidad busca mantener el equilibrio entre el mundo espiritual y el terrenal. Durante estos días, los líderes religiosos toman el control de las comunidades, reemplazando temporalmente a las autoridades civiles en una estructura de poder ritualizada.
Fariseos contra Soldados: la lucha simbólica

Las festividades giran en torno a los templos tarahumaras, donde la comunidad se divide en dos grupos: los Fariseos, representantes del diablo, y los Soldados, defensores de Dios. Este enfrentamiento ritual, descrito por el antropólogo Horacio Almanza, refuerza la identidad cultural rarámuri frente a la influencia occidental.
El periodo es conocido como comonorirawachi, que significa “cuando caminamos en círculo”, en alusión a las procesiones que rodean los templos. La intensidad de los ritos aumenta con misas, danzas y plegarias, mientras los “soñadores”, guías espirituales, interpretan el estado de Dios, quien según la tradición se encuentra debilitado por el consumo de tesgüino, una bebida fermentada de maíz, y debe ser protegido hasta su recuperación.
Clímax de la celebración
Las luchas rituales alcanzan su punto máximo el Viernes Santo, cuando los Fariseos exhiben un monigote conocido como Judas, vestido con ropajes mestizos. Los Soldados lo arrebatan y la confrontación simbólica se intensifica hasta su desenlace el Sábado de Gloria, cuando Judas es destruido con lanzas, flechas y balazos antes de ser consumido por el fuego.
Las luchas cuerpo a cuerpo entre un Fariseo y un Soldado son otro elemento central de la celebración. Según el antropólogo Carlo Bonfiglioli, estas peleas rituales siguen técnicas específicas: los combatientes buscan derribar al oponente sujetándolo del taparrabo, ya sea levantándolo hasta hacerlo caer de espaldas o girándolo hasta desestabilizarlo. Sin embargo, esta tradición ha ido desapareciendo con el tiempo.
Un reflejo de la cosmogonía rarámuri
Más allá de la lucha física, estas confrontaciones simbolizan el equilibrio del universo según la tradición rarámuri, que concibe tres niveles de existencia: el mundo de arriba, donde habita Onorúuame-Sol y sus Soldados; el mundo de abajo, donde residen el diablo, Judas y los Fariseos; y el mundo terrenal, donde los rarámuri deben mantener la armonía.
Así, la Semana Santa en la Sierra Tarahumara es mucho más que una conmemoración religiosa. Es un acto de renovación cultural y espiritual que refuerza la identidad de este pueblo indígena, asegurando que la lucha entre el bien y el mal continúe preservando el equilibrio del cosmos.
Fuente: El Heraldo de Chihuahua