Lago de Arareko agoniza por la sequía; su margen retrocedió decenas de metros
No tuvo recargas pluviales en dos años y el 50% de su agua se evaporó a causa del calor.
BOCOYNA.- La tierra seca y agrietada ya es parte del panorama del Lago de Arareko, más del 50 por ciento de la superficie total de este cuerpo de agua se ha secado ante la falta de lluvias. Los ríos que cruzan por el camino a la zona serrana se encuentran secos o agonizantes, entre ellos el río San Pedro y el río Bocoyna.
María Celia González, artesana y residente de San Ignacio de Arareko destacó que el cuerpo de agua empezó a secarse desde el año pasado, pero desde hace dos años no llueve lo suficiente.
Recuerda que antes el lago era un punto de reunión de turistas, quienes acudían a pasear en lancha, nadar e incluso se organizaban triatlones, donde Arareko era una de las paradas en la competencia. Ahora los visitantes llegan a cuenta gotas.
La derrama económica era bastante jugosa, los visitantes adquirían artesanías, muchas bastante cotizadas.
El lago se ha fraccionado, la parte central cuenta con un poco de agua, sin embargo el nivel es muy bajo, luego es una parte totalmente seca donde la tierra está muy agrietada y una parte más atrás que quedó como una alberca, porque el agua ya no alcanza a los ranchitos a donde antes llegaba.
“Echaron pescados pero ahora ahí andan en el lodo”, señaló María Celia, al recordar que antes acudían a pescar con anzuelo y lombrices, sacaban buen pescado para la comida.
Antes las personas acudían al lago a pescar a diario, además a los turistas les gustaba mucho navegar en las aguas, pero el servicio ha quedado suspendido por el bajo nivel que registra el cuerpo de agua.
“En esta temporada de calor venían los turistas y nadaban, ahora ya no vienen”, señaló Rosa, quien lamenta que las lluvias no lleguen, desde hace dos meses detectaron que la afluencia de turistas ha disminuido.
María Celia resaltó que en los buenos tiempos el lago era todo un espectáculo porque las aves migratorias llegaban a descansar. “Había muchas aves, gansos, garzas, patos de diferentes colores y hasta gaviotas”.
Ahora solo sobreviven unos cuantos patos, así como un ganado flaco que deambula por el lugar.
La imponente belleza de este sitio se va apagando, todo está muy seco
Sequía y altas temperaturas
El ingeniero Humberto Molinas Hernández, director de Desarrollo Forestal y Recursos Naturales de la Secretaría de Desarrollo Rural explicó que ya hicieron un estudio en el lago de Arareko que arrojó que en los últimos dos años no hubo recarga de agua debido a la falta de precipitación.
Además de la falta de lluvias se registran temperaturas tan extremas que generan una evaporación más rápida.
El Lago de Arareko es un cuerpo de agua artificial construido en la década de los setenta por la comunidad del ejido de Arareko, está ubicado a 8 kilómetros de Creel, en el municipio de Bocoyna.
El agua que alimenta este cuerpo proviene de las precipitaciones pluviales y de los escurrimientos de arroyos que bajan de los cerros que conforman la microcuenca.
El lago tiene una forma de “U” pero ahora se encuentra cortada, una parte se encuentra totalmente seca. Hay espacios donde solo queda el vestigio de humedad, así como unos charquitos.
En el terreno se puede observar mucha basura, vasos de plástico, botellas y botes de cerveza, hasta balones de futbol y basquetbol que se quedaron incrustados en el que fue lodo.
Vacas, chivas y perros deambulan por la zona en busca de comida y agua. Son animales de las comunidades aledañas donde tampoco existe comida.
La longitud era de 3 kilómetros en una superficie de 40 hectáreas. Su longitud disminuyó más del 50 por ciento y el nivel de agua que tiene es muy bajo.
La sequía que afecta a la entidad es la causante de que este cuerpo se esté secando y con ello se está escurriendo el turismo.
Se seca el bosque
El bosque se nos está secando todo señaló otra de las mujeres, que se encontraban trabajando en el camino al lago.
Ellas son residentes de Machogueachi y señalaron que la falta de lluvias afecta a todos, desde la producción de alimentos hasta los constantes incendios forestales.
“No hay nada verde como en otros años, no tuvimos nevadas, no tuvimos invierno, no tuvimos nada”, resaltó mientras con hacha en mano pelaba un árbol para construir una sombrilla, para que las niñas y niños esperen el transporte.
Las mujeres señalaron que se han registrado varias quemazones debido a la sequedad del suelo.
María Celia incluso mencionó que este año las plantas medicinales que usan no retoñaron ante la falta de humedad, tampoco contarán con quelites de agua, coles y hongos, por mencionar algunos.
“No nos ha llovido nada”, dijo Rosa, quien es beneficiaria del programa federal Sembrando Vida, por el que recibe 6 mil 200 pesos, ellas trabajan en un vivero para reforestar el bosque, sin embargo sin agua los árboles no prosperan.
Esperanza puesta en las lluvias
Pinos agonizantes, las copas de los árboles secas, tierras de temporal vacías y ni un hilo de agua es el común denominador en la zona de Guerrero y Bocoyna, donde la sequía deja un panorama devastador.
Los habitantes de la Sierra Tarahumara sufren ante esta terrible seca, que los orilla a dejar sus tierras y emigrar en busca de trabajo.
A lo largo del viaje entre Cuauhtemoc y Bocoyna, el camino se va poniendo triste ante la falta de humedad.
El verde pálido de algunos pinos se mezcla con lo seco de las copas de los árboles.
El río San Pedro que cautivaba a los paseantes con su caudal ya no existe.
En el municipio de Guerrero, a la altura de El Manzano, el panorama no cambia, el caudal del río se secó, esta zona se distinguía porque al tomar la curva se veía el imponente río, que incluso invitaba a contemplarlo sentados bajo un árbol. Hoy solo hay un charco que sirve para que los caballos lleguen a tomar agua.
Lo mismo sucede en El Alamillo donde se podían capturar fotos memorables.
De los serpenteantes caudales solo quedó el recuerdo.
Los residentes de esta zona serrana tienen su esperanza puesta en la temporada de lluvias, el pasado lunes llovió como media hora, fue demasiado poco para la sed que padece la tierra y su población.
Fuente: El Heraldo de Chihuahua