Investigaciones recientes han revelado que las diminutas partículas de plástico pueden ingresar al cerebro y otros órganos tras un estudio con ratones. En este experimento, se alimentó a roedores sanos con microplásticos y se encontró que estas partículas terminaron en los hígados, riñones y cerebros de los animales, lo que podría causar daños de magnitud incalculable.

Los roedores estuvieron expuestos a microplásticos durante un período relativamente corto, de cuatro a ocho semanas, pero este tiempo fue suficiente para que estos materiales afectaran sus organismos. Otro estudio descubrió que los microplásticos están presentes en la vesícula biliar de las personas, donde parecen contribuir a la formación de cálculos biliares, un factor que puede desencadenar pancreatitis y aumentar el riesgo de cáncer de páncreas.

Los hallazgos son importantes, ya que demuestran la rapidez con la que los microplásticos pueden migrar de los alimentos a diversos órganos del cuerpo. Además, los científicos encontraron que las personas más jóvenes presentan una mayor carga de microplásticos en comparación con las personas mayores, sugiriendo que la exposición desde una edad temprana puede tener efectos más graves en la salud.

El mundo está invadido por el plástico, no solo por la abundancia de este material en las vidas de millones de personas, sino porque ya se encuentra en el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que consumimos.